Por ustedes allá arriba
- Camilo Muñoz Cortes

- 16 ene 2023
- 2 Min. de lectura

La caprichosa está ahí, en el punto blanco, Sunzu se prepara a patear el penalti número 18 de una serie interminable, esa costumbre extraña de las finales africanas. No es un tiro cualquiera, si lo mete Zambia será campeón de Africa por primera vez. El ante todo canta, cuenta sus pasos, esos que lo separan de la gloria eterna. No está angustiado, para nada, está cantando, además lo hace con una sonrisa. No se angustió cuando la prensa dijo que habían eliminado a Ghana con suerte, ni cuando daban por hecho que las super estrellas de Costa de Marfil los pasarían por arriba, no se inmutó cuando Drogba estaba parado ahí donde esta él ahora, casi una hora antes, cuando el balón se fue apenas por arriba del travesaño, a los cielos de Gabón. Esos cielos oscuros, no solo por la noche que ya cubre el ruido de los tambores en las gradas, pero por esos cielos fatídicos que 19 años antes derrumbaban el avión de su generación dorada. Esa cuyas almas aún gritan tan solo a unos cuantos kilómetros de ese punto blanco donde se encuentra sembrado su destino.
El canta, porque sabe que el futbol es así, que tarde o temprano da revancha, y por lo general en el mismo lugar. Corre hacia el esférico y casi cayéndose le pega fuerte a la derecha, Barry se ha lanzado a la izquierda. Esa bola bendita choca la red. En la línea blanca que separa dos mundos, sus compañeros corren hacía él, como balas de cobre, Chipolopolo en Swahili. Renard, ese frances que los dirige carga a uno de ellos, lesionado y en muletas. Se abrazan todos juntos, apuntan a los cielos y cantan, para esos que no están, para ellos y por ellos.



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